Hoy tuve que ir a Miraflores a imprimir unas fotos para presentarlas hoy mismo en la tarde. El día comenzó mal, me quedé dormido, y por ende, llegué tarde. Mientras más temprano llegara mejor, pero llegué una hora después de lo planeado. Consecuencia: la impresión estaría lista a la hora en la que tenía que presentar el trabajo.
Pensé "bueno, ya me cagué". Empecé a caminar mientras pensaba qué decirle a mi profe. Se me antojó una empandada. La seño que las vende en la 6 de Benavides no estaba. Eran las 11am y el día me seguía tratando mal. El hambre aún seguía asi que compré unas papitas de kiosko y empecé a caminar hasta el Parque Kennedy mientras comía.
Justo cuando terminaba de comer, pasaba un carro vacío. Sin pensarlo subí y me senté al lado del chofer. Prendí mi mp3, quise ponerme el cinturón de seguridad pero el seguro estaba roto... de hecho... no había seguro. El cinturón no me importó, seguí escuchando música mientras la Arequipa pasaba rapidamente frente a mi.
Parecía que el chofer hacía su última "vuelta" porque ibamos tan rápido que yo apenas podía respirar con la ventana abierta. Por un momento incluso pensé: "Si chocamos soy el primero que se caga porque ni cinturón tengo"
Para mi mala suerte (o la del condcutor) nos detuvo un policia. Al recordar que mi cinturón estaba roto rápidamente lo jalé hasta el tope y lo cubrí con mi brazo (no para ayudar, sino para llegar lo más rápido posible), de tal manera que parecía que estaba (bien) puesto. Todo en orden: avance.
Cuadrás más adelante el cobrador hace lo suyo y "Pasaje adelante". Cuando iba a pagarle oigo decir al chofer "No le cobres al chibolo, se hizo una con el tombo" Lo miré y asenté. Qué raro -pensé- chofer buena gente.
Viniendo de 28, y al momento de girar para Brasil, se disponía a cruzar la pista una señora con su bebé en brazos. El chofer detuvo de inmediato el carro. "Pase, seño", mientras mi cara estaba a 3 cm del parabrisas por la frenada tan brusca. Por un momento pensé "¿Qué mierda pasa? ¿Maneja como si quisiese morir pero cuando alguien necesita un gesto de cortesía no duda en dárselo?
Cuando mi asombro no podía estar más al límite, observo a mi derecha a un hombre invidente caminando por la vereda temeroso por el bullicio de los autos, buses y gente apurada cruzando las calles y solo acompañado por un viejo bastón de madera.
"Oe, anda ayuda al tío", oí que decía el chofer al cobrador". El cobrador, no mucho mayor que yo fue a cumplir la orden. El chofer por la ventana dirigía la operación: "Déjalo en el paradero ps, ´ta madre, ´ta que tu eres huevón ¿no? Dile a dónde va y embárcalo".
Esa mezcla de agresividad y gentileza no podían ser ciertas. Pero, de hecho, lo eran. No podía ser cierto que aquel sujeto detuviese el tráfico solo para ayudar a una una mujer y a un bebé que no eran suyos, a un invidente que no conocía, y que posiblemente, no iba a volver a ver jamás.
Todo me parecía tan irreal. Nunca me había pasado nada igual. Me quedé pensando en que, tal vez, después de todo, la gente no es como la gente cree, que nunca terminamos de conocer a las personas, y que, en muchos casos, a las que ya conocemos, no las conocemos tan bien como creemos.
Me bajé del carro pensando en qué pensar sobre lo que había visto, sobre ese chofer tan increiblemente irresponsable para conducir, pero tan increiblemente atento y preocupado por los demás. Mientras pensaba eso escucho un "Cruza rápido chibolo de mierda!!" Sonreí. Todo había vuelto a ser como siempre.