miércoles, 28 de julio de 2010

Gracias Perú

No importa de qué parte del Perú seas. No importa en qué parte del Perú estés ahora. Tal vez ni siquiera estés en el Perú. Lo importante es que, es imposible no sentirse orgulloso de éste país del que renegamos a diario, excepto, claro está, los 28 de Julio de cada año.

No puedo dejar de pensar qué hace a éste país tan especial que, a pesar de haber visto partir a muchos de sus hijos al extranjero, engendra en ellos unas ganas insuperables de regresar, no a un pedazo de tierra que los vio nacer, sino a su Perú querido.

Creo tener la razón al afirmar que Perú no sería Perú sin:

- Sus comidas: Estaré eternamente agradecido por el Arroz con pollo con Papa a la Huancaína, al Pollo a la brasa, al Lomo Saltado, al Ceviche, entre otras comidas nacionales, igual de exquisitas.
- Inca Kola, la bebida de sabor nacional, producida en Chile.
- Un gobierno "preocupado" solo por Lima, que no extiende sus brazos hasta el interior del país, donde muchas veces, por diversos factores como el friaje o la falta de control gubernamental, se llevan a cabo sucesos que bien podrían evitarse si se tuviese un verdadero gobierno descentralizado.
- Una Iglesia hipócrita y de mentalidad conservadora (por no decir "retrógrada").
- Aunque suene a publicidad, la creatividad e ingenio de su gente que todo lo puede hacer, y si no puede, tengo por seguro que podrá.
- Uno que otro tombo arreglador.
- Hermosas ciudades y paisajes que muchas veces no sabemos apreciar y cuidar.
- Pymes como las de Gamarra que, en gran parte, son las responsables de que éste pintoresco país siga a flote.
- Un pueblo que se junta los fines de semana para jugarse una pichanga, y luego jugarse un full-vaso.
- El humor y las palomilladas de su pueblo.
- Un pueblo que muchas veces subestima el talento de su propia gente.
- Gente que le demuestre al pueblo que se equivoca y que sí se puede dejar el nombre del Perú en alto.
- Sus personajes, famosos e infames como: Humala, Bayli, La Chola Chabuca, Tongo, La Tigresa del Oriente, Magaly Medina, Laura Bozzo, Paco Ferrer, entre muchos otros igual de notables.
- Un pueblo que se une, para celebrar con los amigos, la familia y unas "chelas bien helenas al polo campos" el orgullo de haber nacido en ésta tierra.

Por todo eso, gracias Perú. Siempre orgulloso de ti.

P.A. 54

En 13 años de colegio -como muchos de ustedes- yo también llegué a ver en mi libreta una nota escrita con lapicero rojo. El 2° de secundaria llegaba a su fin y yo había jalado un examen final pues no sabía nada de lo que se me preguntó. El profesor, muy buena persona, ofreció tomarme una recuperación, a la que nunca fui. Como producto de ésto, un rojo era obvio, un 10 lo mínimo que esperaba, pero... en ¿música? Pues sí, jalé con 10 el curso de música, en el que, por si fuera poco, enseñaban a tocar guitarra.

Siempre me ha gustado la música, y de hecho siempre me gustó la guitarra como instrumento. Sin embargo, jalé el curso, el examen consistía en hacer las 7 notas, en mayores y menores, y no las sabía. La recuperación se había programado para un sábado en la tarde, momento en el que el profesor ensayaba con el grupo folclórico del colegio, y como ya dije, tampoco fui.

Llegaron las vaciones de verano y aún no podía creer que me había dejado jalar en el curso de música, por lo que, por mis propios medios, aprendí a tocar, o al menos, eso intentaba. Chicharra, Betto y Daniel, entre otros, formaban parte del mencionado grupo, por lo que cuando nos juntábamos por las tardes, ensayaba con ellos algunas de las canciones que el profesor les había enseñado.

Esos 3 meses fueron largos, divertidos, útiles, pero también de escacez monetaria, pues, al ser chiquillos de 12 ó 13 años de vacaciones, no recibíamos mucho dinero de nuestros padres. Para tal problema, hicimos lo que mejor creíamos y todas las noches salíamos con nuestros instrumentos por las calles buscando algún lugar en el cual tocar, incluso llegando a la Alameda Chabuca Grande y al Jirón de la Unión, siendo cortésmente recibidos por los cascos azules. Aquella tarde fuimos acompañados por nuestro profesor, quien, al cabo de un par de horas, se fue por su cuenta. Al no querer perder lo que habíamos ganado, decidimos regresar a nuestras casas en un bus espacioso. Nos acomodamos en los asientos del fondo y regresamos tocando, y pagamos los pasajes con lo que, gentilmente, colaboraron los otros pasajeros.

El nuevo año comenzó e irónicamente terminé formando parte de la agrupación, a la que, en una presentación en el colegio, fuimos bautizados por el anfitrión como Proyecto Andino. El nombre nos pareció bueno y lo adoptamos como propio. El grupo duró un tiempo más y por salidas del colegio de algunos y término del mismo de otros, llegó a su fin.

Hoy, más de 5 años después, no sólo seguimos siendo amigos, sino también seguimos tocando, aunque optamos por otro género musical y por otros instrumentos. Los procesos cambiaron, ya no sólo aprendemos las notas y tiempos de otras canciones, sino que ahora también creamos propias.

De igual manera, aún cuando nos juntamos los 4, seguimos recordando a todos aquellos con los cuales alguna vez tocamos, tanto en Proyecto Andino, como en Utopía, y ahora en E54. Seguimos recordando anécdotas y situaciones y hasta, en algún momento, hemos prometido juntarnos una tarde, como antes, y volver a tocar esas viejas canciones sentados en una sala, con una vieja radio negra rectangular y grabarnos para después oírnos y reír como antes al hacerlo.

martes, 20 de julio de 2010

La cura es la locura

En una cantina, los ya tenues rayos del sol entran por las persianas y caen sobre una vieja mesa circular de madera en la cual hay dos personas hablando: un viejo y un joven.

"...No sé, a veces pienso que ya para qué".

"¿Para qué, qué?"

(Con gestos de molestia). "Para qué pues, para qué tanto esfuerzo si al final todo lo que construyes en años se puede ir al tacho en una noche? -Dando breves sorbos de su copa, el otro, lo escucha con atención. "Con el tiempo llegas a darte cuenta que la felicidad no existe, o que al menos no puede existir de manera constante" - proseguía.

"Eso depende de cómo veas la felicidad". - le responde, mientras enciende un cigarrillo "¿Para ti, qué es?"

(Colocándo bruscamente su copa sobre la mesa y fijando su mirada en los ojos de su interlecutor). "No sé, estar feliz pues, estar tranquilo, querer sonreir, querer salir, no sé, sentirme feliz".

(Risas) "Tranquilo, a veces es dificil explicar, ¿no? Mira, para mi, la felicidad es algo que se busca, y la sigues buscando aún después de haberla encontrado. Va y viene, igual que el amor. Lo ganas, lo pierdes, o simplemente aún no lo tienes, pero lo tendrás, no te desesperes. ¿Igual no dicen que lo último que se pierde es la esperanza?"

(Risas, a la vez que hace una seña al mesero con la mano, pidiéndole 2 copas más). "No me desespero, ni tampoco espero nada. Además, lo último que se pierde no es la esperanza, es la soledad. ¿Sabes por qué? Porque la esperanza la encuentras en cualquier cosa, en un cachorro corriendo, en un niño jugando en un parque. Pero la soledad es otra cosa. Después de la soledad no hay nada más, sólo eso, soledad. Y no hablo de sentirse solo por un día, sino de saber, ser consciente, hasta las lágrimas que, en adelante, tu mejor amigo será un espejo viejo y empañado en el que, día a día, verás cómo tu vida se va consumiendo porque el destino te dio la espalda o porque las personas que conociste no fueron las adecuadas".

De pronto, el mesero llega con las copas, y el primero busca dinero en el bolsillo de su saco. Saca un billete junto a un papel. Pone el billete sobre la mesa y acerca su vista al papel mientras el mozo se retira después de cobrar.

"El amor está en el aire" -dice el papel. Lo apoya sobre la mesa y lo acerca hasta su compañero para mostrárselo. "¿Sabes qué creo? Que el amor sí está en el aire, lo respiras, te intoxicas, y con el tiempo aprendes a vivir con él... o si eres lo suficientemente inteligente, aprendes a vivir a pesar de él."

"Tienes una forma particular de ver las cosas". -responde el otro. "Si estuvieses un poco más dispuesto a escribir tu historia día a día y no a darle final en una cantina de mala muerte... todo podría ser mejor. La edad no importa. Las personas que están, estuvieron, o estarán en tu vida, son solo personajes, tú decides quiénes son protagonistas de tu historia. De hecho, aún puedes decidirlo y escribir un mejor final".

(Encendiendo un cigarrillo) "Las cosas no van a cambiar sólo porque uno quiera. Lo único que puedes hacer cuando las cosas estan mal es tratar de cambiarlas, resignarte o volverte loco por tanta mierda. Y tratar de cambiarlas no siempre resulta, al contrario, terminas cagándola más así que, o te resignas y sigues con lo que te queda, o te vuelves un loco de mierda. -El otro, sacando de su saco una pequeña botella de ron, la vierte sobre su copa ya vacía, escuchando con atención lo que su compañero le comenta.No dejas se sentirte solo porque sí, ni a sentir que te aman de la nada. ¿Acaso vas a ser esperar que la gente cambie, que los tiempos sean otros y que todo mejore?"

"Ves la vida como si fuese un mal o una enfermedad".

"Creo que sí, es como una enfermedad, y sin cura, ¿entiendes? Y tú piensas que todo se puede solucionar. ¡Loco de mierda!"

El viejo, muy seguro de sí mismo, coge su sombrero, seca su copa y acercándose al joven, le susurra al oído: "La cura es la locura".

martes, 6 de julio de 2010

Tal vez

Tal vez sea que una de las primeras cosas que aprendemos al nacer sea a reír, para saber lo que es llorar.

Tal vez sea que una de las primeras cosas que aprendemos al nacer sea depender de alguien, para saber lo que es sentirse solo.

Tal vez sea que una de las primeras cosas que aprendemos al nacer sea la frustración al no encontrar lo queremos, para aprender a apreciarlo cuando lo encontremos.

Tal vez sea que una de las primeras cosas que aprendemos sea a caminar... para saber lo que es caer, y para saber lo que es levantarse.

Tal vez sea que una de las primeras cosas que aprendemos mientras crecemos sea a admirar, para aprender a sentirnos decepcionados.

Tal vez sea que aprendemos a querer, no para odiar, sino para aprender a hacerlo.

Tal vez sea que aprendemos a sonreír a las personas al conocerlas, para aprender a llorarlas al verlas partir.

Tal vez sea que que nunca terminamos de aprender, sino que creemos saber lo necesario para vivir, para no sentirnos tontos al aprender lo necesario para hacerlo.

Detén el tiempo

"No se qué pasó, pero ayer era la tarde del verano del 96.
¿Qué nos sucedió? ¿No te acuerdas esas tardes en la calle haciendo nada?
Crecimos, hicimos todo lo que había que hacer..."

Hace algunos días no pude evitar la nostalgia y me rendí ante mi viejo Super Nintendo. Jugué los clásicos Super Mario World, Street Fighter II y Final Fight. Días despues de haber recuperado mis viejas habilidades para el "vicio", dejé por unos minutos mi mando y me acerqué a mi computadora para reproducir algunas canciones.

Mi hermano mayor, de 29 años, regresaba de trabajar y entró a mi cuarto para saludarme. Notó que tenía el Super prendido y se acercó a ver qué estaba jugando. Mi cuñado, también de la misma edad, hacía lo mismo y se acercaba para ver qué pasaba.

De pronto, en menos de 3 minutos, los dos se encontraban jugando y diviertiéndose como cuando tenían 15 años, como cuando el Super Nintendo era el boom del momento. Ambos se conocen desde pequeños, y si no me equívoco, llevan más de 20 años siendo amigos.

Viéndolos jugar recordé que de niño yo me sentaba a un lado de ellos y me preguntaba cómo hacían para jugar tan bien y hacer los Hadoken, para poder volar con Yoshi, de hecho, para pasar sin dificultad cualquier juegos que llegara a sus manos.

Al pensarlo bien, y por un momento, los 3 retrocedimos casi 15 años en el tiempo. Ellos volvieron a ser dos chiquillos viciosos, y yo, un niño que quería jugar tan bien como esos dos chiquillos viciosos. Para que la regresión se completara, hice sonar canciones que sabía eran sus favoritas de jóvenes, y con las cuales yo crecí -1979, Californitacion, Freak on a leash, Smells like teen spirit, Enter sandman, entre otras.

Sin embargo, como en cualquier generación, no sólo llegan a tus oídos tus canciones preferidas, sino también aquellas que perduran en tu memoria, no tanto por su calidad musical, sino por lo que representan: recuerdos. Gracias al Gato Volador y a los Cuentos de la Cripta, el viaje en el tiempo fue un éxito y los tres tuvimos 15 años menos por al menos una hora.

Con un poco de suerte, podré hacer lo mismo en 15 años y jugar algún videojuego de hoy escuchando algunan de mis canciones favoritas, y si es posible, tal vez algún reggaeton o latin pop.