miércoles, 20 de julio de 2011

Porque...

¿Por qué?

Porque no quiero estar aquí… ni allá, porque sólo quiero estar y sentir.

Porque es difícil mantener la fe, más aún cuando ni siquiera sabes qué es.

Porque cuando la migraña deja de serlo, se vuelve una molestia más, sumada a eso que -una vida después- no sabes cómo llamar, porque ni siquiera sabes cómo describir.

Porque sabemos –o creemos- que algo malo pasa -o pasará- cuando aparentemente nuestros oídos se agudizan y podemos escuchar el beat de nuestros corazones, cuando lo que en verdad se intensifica, no es nuestra capacidad auditiva, sino ese beat cardiaco capaz de crear una melodía de nostalgia, decepción, tristeza y/o miedo, volviéndose un réquiem cuando las mezcla sin compasión.

Porque cada vez que me dices “Deja de caminar si no sabes a dónde ir”, mi respuesta siempre será: “Prefiero caminar y perderme, que quedarme quieto sin saber en dónde estoy”.

Porque, como tú, yo también he dibujado tristezas con las manos desnudas y no he tenido el valor para borrarlas, porque ni siquiera he tenido el valor para intentar hacerlo.

Porque, como tú, yo también he visto congelarse infiernos con sólo una mirada y he pasado de sentir frío a sentir calor en menos de lo que dura un pestañeo.

Porque una canción, una sonrisa, e incluso un recuerdo, pueden no ser suficientes para ser feliz, o a veces, pueden ser lo único que se necesite para serlo.

Porque esto termina como puede terminar cada uno de tus días, contigo en una cama, en soledad, con un par de ideas rondando tu cabeza, preguntándote por qué.