domingo, 11 de noviembre de 2012

10/11/12


...Y es que desde niño, siempre soñó con ser un escritor famoso, reconocido, con muchas publicaciones a cuestas. Así se veía, conociendo otros escritores igual de famosos y reconocidos, tal vez jugando con ellos algunas partidas de póker mientras bebían del whisky más caro.

Siempre vivía imaginando historias, y en ellas, conociendo gente, recreando situaciones, buscando siempre las palabras correctas para describir todo lo que ocurría y podría ocurrir.

Con apenas 18 años, sigue soñando lo mismo, y esta vez, el sueño crece al verse por primera vez publicado en una revista local:

Me gusta cuando te peinas y te maquillas,
me gusta más cuando no te preocupas por hacerlo.
Me gusta cuando me tomas de la mano
y me haces creer que soy yo el que decide a dónde ir.

Me gusta verte dormir, y encontrar en tus sueños las palabras.
Me gusta cerrar los ojos y ver que sigues aquí.

Me gustan las tardes de invierno,
y por ti aprendí a vivir también las de verano.
Ahora me gusta ver cada atardecer en la playa
porque me gusta ver "Cuando el sol cae y se ahoga junto al mar".

domingo, 5 de agosto de 2012

Hoy

Hoy desperté, cual miembro de la tercera edad, con ganas de ir al baño a sacudir el miembro porque la vejiga pedía descargar líquidos.

Hoy, como muchos otros días, cogí mi guitarra y como un buen rock star wannabe, tarareé melodías que fácilmente podrían volverse éxitos de ventas, de no ser porque... nunca tan talentoso. 


Hoy también, después de bañarme, y como un buen representante de los impedidos para la cocina y las labores culinarias, salí a buscar la empanada + chicha = 3.90 de los domingos. 


Hoy, más tarde después de eso, fui a Polvos Azules, donde después de recorrer varios de los pasillos, detuve la vista en una tienda de polos con estampados recontra palomillas como: "¿No quieres ponerle tu peluca a mi sansón?", "Tu novia nos engaña", "Cambio mujer de 60 años por 3 de 20" (potencial regalo de cumpleaños para tu siempre querido abuelito), entre otros.

E
s más que seguro que hoy me pasen muchas más cosas de las que valga la pena contar, pero probablemente la más importante, porque define mi rol como ser humano, sea que hoy tuve ganas de tener un hijo... pero definitivamente, más ganas tuve de hacerlo. 

viernes, 16 de marzo de 2012

Tal vez

Tal vez, algún día esta canción vea la luz, sólo tal vez...

Tal vez nuestro destino ya está escrito
Tal vez soñar aquí esté prohibido
Donde no encuentres nunca el olvido
Entre miles de rostros que te quieren ver caer

Y cuando quieras escapar sin saber a donde ir
Tal vez sea el camino...
Tal vez debas huir...
        
Quizás esta historia sea diferente
Pero quizás termine como las demás
Quizás esto no sea más que un juego
En el que el juguete eres tú

Y cuando quieras escapar sin saber a donde ir
Tal vez sea el camino...
Tal vez debas huir..
Pero siempre recuerda, no importa qué camino
Por ti yo estaré ahí.

lunes, 3 de octubre de 2011

Lunes

Mírate, ahí, cansado, acabado, con ganas de nada, abatido por ese monstruo llamado Lunes, esperando con resignación el Martes, y viendo con esperanza el Viernes. Y cuando todo está por terminar y la luna parece haber llegando a su máxima expresión, olvidas la migraña, el mal humor, y piensas en lo mucho que te gustaría dormir con ella, mientras la abrazas y respiras de su cabello.

Y mientras la piensas, coges tu vieja guitarra acústica, con sus aún más viejas cuerdas de metal, que alimentan su síndrome electroacústico… y con un Do mayor intentas recordar alguna canción que grite en silencio lo que sientes...

I´m sorry that it took so long to write this song
but I gave up

You see, one million words can't describe how it feelsto know your love…

Pero algo anda mal, y entiendes que esos versos no son para ti, porque no son tuyos… Entiendes que lo que mejor refleja lo que sientes sí son las canciones, pero esas que tú mismo escribes y cuyos versos vomitas buscando la tan esquiva introspección.

Con algo de timidez cambias el orden de las notas y sacas de un cajón un pedazo de papel y un lápiz mal tarjado que empieza a dibujar, letra a letra, verso a verso, eso que cada día le dices de mil formas, intentando encontrar una forma más:

Lamento que me haya tomado tanto tiempo escribir esta canción…
Pero quería tener las palabras exactas.
Y verás, tengo tantas cosas que decirte, que todas mis palabras nunca bastarían
Pero al menos puedo intentar buscar las adecuadas.

Y es que contigo quiero todo y para siempre
Bien y no tan bien, para siempre.

Prometo una sonrisa en tus manos al cruzarse con las mías.
Prometo atardecer tus días con mi hombro como almohada
Y despedir mis noches con tu voz.

Y es que contigo quiero todo y para siempre
Bien y no tan bien, para siempre.

Prometo recibir mis mañanas con tu sonrisa
Y vivir mis días enamorado de tu amor.
Y yo, por ahora, solo quiero que me prometas un mañana
Porque sin un mañana, no podría prometerte nada.

Y es que contigo quiero todo y para siempre
Bien y no tan bien, para siempre.



Y escribes rápidamente para no olvidar ningún verso, ninguna palabra, ninguna tilde ni ninguna intención, porque cuando se trata de ella –y para ella-, todo es importante y todo debe ser perfecto, pero sobre todo, buscas en tus versos la perfección que tú no tienes y que probablemente nunca alcanzarás.

miércoles, 20 de julio de 2011

Porque...

¿Por qué?

Porque no quiero estar aquí… ni allá, porque sólo quiero estar y sentir.

Porque es difícil mantener la fe, más aún cuando ni siquiera sabes qué es.

Porque cuando la migraña deja de serlo, se vuelve una molestia más, sumada a eso que -una vida después- no sabes cómo llamar, porque ni siquiera sabes cómo describir.

Porque sabemos –o creemos- que algo malo pasa -o pasará- cuando aparentemente nuestros oídos se agudizan y podemos escuchar el beat de nuestros corazones, cuando lo que en verdad se intensifica, no es nuestra capacidad auditiva, sino ese beat cardiaco capaz de crear una melodía de nostalgia, decepción, tristeza y/o miedo, volviéndose un réquiem cuando las mezcla sin compasión.

Porque cada vez que me dices “Deja de caminar si no sabes a dónde ir”, mi respuesta siempre será: “Prefiero caminar y perderme, que quedarme quieto sin saber en dónde estoy”.

Porque, como tú, yo también he dibujado tristezas con las manos desnudas y no he tenido el valor para borrarlas, porque ni siquiera he tenido el valor para intentar hacerlo.

Porque, como tú, yo también he visto congelarse infiernos con sólo una mirada y he pasado de sentir frío a sentir calor en menos de lo que dura un pestañeo.

Porque una canción, una sonrisa, e incluso un recuerdo, pueden no ser suficientes para ser feliz, o a veces, pueden ser lo único que se necesite para serlo.

Porque esto termina como puede terminar cada uno de tus días, contigo en una cama, en soledad, con un par de ideas rondando tu cabeza, preguntándote por qué.

viernes, 24 de junio de 2011

Cuando estás conmigo...

Nunca antes había sucumbido ante ti, al menos había hecho todo lo posible para no hacerlo, pero mis eternos esfuerzos parecieron no ser suficientes. Caí, y por más que siempre creí que en éste fatídico –y antes hipotético- caso lograría escapar de tus garras con facilidad. Ahora entiendo que no es así, que no lo es para nada.

Cuando estás conmigo, no puedo pensar, no puedo hacer nada bien, porque lo único que pienso –y que quiero- es estar debajo de unas cálidas sábanas tratando de dominarte, cuando, en realidad, eres tú la que hoy me domina.

Sí, así es, porque cuando estás conmigo, innumerables son las hojas de papel higiénico que utilizo para limpiar las secreciones que me haces producir. Sé lo que piensas, pero no siempre hay dinero para comprar los tissues del cachorrito ese, aunque a veces esa falta de dinero implica cierto ardor al momento de…

Cuando estás conmigo, son esquivos los deseos de una cerveza con mis amigos o de un buen pucho bajo la lluvia. Nada de eso resulta atractivo cuando estás conmigo, pero eso se acabó. Pensé que el tiempo me curaría de ti, pero no fue así, no lo fue para nada.

Pero no te preocupes, o mejor dicho: preocúpate, porque la solución a mi problema –a ti- resultó ser aquella pastilla de la que todos hablan. Adiós compañera no deseada, adiós gripe. Hola Nastizol.

miércoles, 20 de abril de 2011

Lima

“Lima es una puta de mierda, juega con quien más le conviene.
Y él, para variar, normalmente no era el más conveniente”
Lima - La Forma.


Es miércoles por la noche, y desde el interior de la casa se oyen gritos, insultos, balazos y sirenas policiales. Guille y Mario se abrazan y buscan la protección de su madre, quien intenta calmarlos diciéndoles que no se preocupen, que todo estará bien.

A la mañana siguiente muy temprano, camino al colegio, Guille y Mario notan en las esquinas y veredas de su calle vidrios rotos, gotas de sangre y un inconfundible olor a violencia, a desgracia y a muerte.

- Mami, ¿por qué hay gente mala? – preguntaba Guille mientras se acomodaba la mochila.
- Porque seguramente sus papás no estuvieron con ellos de chicos o porque si estuvieron no los supieron criar – respondía con tímida convicción.

Aquella conversación con su madre sería la que más recordaría en un futuro. Guille tiene 8 años, vive con Carmen, su madre y su pequeño hermano Mario, de 3 años. Su padre trabajaba en provincia y viajaba a Lima para verlos una o dos veces al mes y enviaba mensualmente una cantidad de dinero para el sustento de su familia.

Una tarde, su madre salió a recoger un giro enviado por su padre y dejó a Guille al cuidado de Mario. Entrada la noche, mientras ambos niños jugaban, llamó a la puerta un sujeto de unos 40 años, robusto y con semblante apático. Pero no fue ninguna de estas características la que llamó más la atención de Guille, sino el hecho de que este hombre estuviera uniformado.

Era policía, y pedía hablar con algún adulto, a lo cual Guille respondía que vivía sólo con su mamá y su hermanito. “Mi mamá salió y mi papá trabaja lejos y nunca está” – intentaba explicar el pequeño Mario. El policía intentó explicarles que su madre demoraría y que lo mejor era llevarlos a la comisaría hasta que pudieran contactarse con su padre.

Un grupo de pandilleros había querido robarle a Carmen el dinero del giro cobrado y al intentar resistirse, le dispararon dos veces, acabando con su vida, acabando con la infancia de sus hijos y acabando con la promesa que alguna vez le hizo a su esposo de estar siempre con ellos. Al día siguiente, el titular de un periódico resumía lo ocurrido: “En San Roque, las esquinas son habitaciones para la muerte y las viejas veredas la puerta de entrada hacia ella. Mujer identificada como Carmen Zevallos (39) muere a manos de pandilleros al intentar resistirse al robo de 300 soles que cargaba consigo”.

Desde entonces, aquella hasta entonces disfuncional familia, lo fue aún más. El padre de ambos renunció a su trabajo en provincia para poder viajar a Lima y cuidar de sus dos hijos, ver los trámites del entierro de su esposa y buscar un trabajo que lo ayude a seguir manteniendo a sus dos hijos. Las cosas no fueron fáciles, el dinero ahorrado era poco y se tuvo que gastar en el sepelio de Carmen. Sin embargo, desde entonces y en menos de un año sin trabajo aparente, el padre de ambos niños empezó a llevar una mejor calidad de vida a casa.

Guille nunca preguntó, nunca quiso hacerlo, por miedo a la verdad, o para no tener que mentir cuando se le preguntara, o simplemente tal vez porque la pasaba demasiado bien como para preocuparse por qué.

Una noche, mientras ambos niños jugaban esperando a que su padre regresara con la cena, llamó a la puerta una imagen conocida, un policía. No recordaban si era el mismo de un año atrás, no importaba si lo era, lo que importaba era por qué estaba ahí.

Nuevamente guiados a la comisaría, un capitán intentaba explicarles que su padre estaría, nuevamente, un tiempo fuera de la ciudad y que ambos serían llevados a un albergue. La verdad era otra, su padre había sido intervenido y reconocido como un micro contrabandista de drogas por lo cual se le abriría un proceso penal que seguramente lo enviaría a la cárcel unos años.

- Guille, ¿por qué hay gente mala? le preguntaba Mario mientras eran llevados al albergue.
- Porque si no hubiera, nos hubiésemos muerto de hambre
– respondía Guille, con una mirada capaz de congelar el infierno.