jueves, 4 de marzo de 2010

En una galaxia muy, muy cercana.

Tenía 9 años cuando fui al cine con mi papá y mi hermano a ver el reestreno de la historia que hasta hoy sigue siendo una de mis preferidas, sino la preferida. Recuerdo que en la cola para entrar a la sala, mi hermano trataba de explicarme a grandes rasgos de qué trataba la película, quiénes eran los personajes, y sobre todo, hacía un gran esfuerzo por explicarme en qué consistían los poderes de un Jedi.

La historia me pareció increíble: a lo largo de la historia era testigo del bien, el mal, la amistad, el amor, los secretos, las verdades. Tenía ante mi el clásico cuento de niños sobre un chico normal que de la noche a la mañana se vuelve el salvador de todo, y que tiene que enfrentar sus miedos y a un gran enemigo para cumplir su destino, pero eso sí, un cuento de niños ambientando en el espacio con espadas y armas láser, y personajes increíbles con habilidades, virtudes y defectos aún más increíbles.

Años más tarde estrenarían una nueva trilogía, pues como saben, se estrenaron primero los episodios IV, V y VI, dándonos así, un final, pero no un comienzo, al menos no uno que pudiéramos conocer en su totalidad. En el ´99 se estrenaría Episodio I, dándonos así el origen de la historia, remontándose a cuando el villano de la historia era sólo un mocoso de 9 años.

En el 05 llegó a nuestra cartelera la última entrega de ésta segunda trilogía, y fue en ese año que decidí desenpolvar mis viejos juguetes y hacerlos parte de mi habitación como una suerte de recordartario a nunca dejar envejecer, y mucho menos dejar morir, lo que realmente interesa: el alma.

Mi sobrino, hoy tiene ya 6 años y aprovecha cada uno de mis descuidos para, con la mayor discresión posible, entrar a mi habitación y ver cada uno de mis juguetes y preguntar cómo se llaman y si son buenos o no.

Hace algunas semanas, haciendo zapping, vió en Cartoon Network la serie animada de Las Guerras Clones (éstas guerras forman parte de la historia de Star Wars y son una transición entre los capítulos II y III). Desde ese momento, no ha dejado de pedirme que le haga ver las películas y de intentar memorizar nombres como Obi Wan, Anakin, Padme y Yoda, con el cual, a mi parecer, se asemeja un poco

Aún no ha visto las 6 películas, pero sí las que muestran cómo un pequeño niño puede crecer y tomar el camino equivocado, y volverse, de la noche a la mañana, como él dice, malo. En los días que vienen terminaremos de ver la historia completa y verá cómo alguien malo puede, al final del camino, tomar la decisión correcta y tratar de reivindicarse. Tal vez sea el primer claro ejemplo de redención que tenga frente a sus ojos, y quiero estar ahí.

Nunca pensé que a tan corta edad, un niño pudiese entender, o en todo caso, querer entender una historia de 6 películas y una trama tan, si bien universal, llena de ideologías y consecuencias. Me parece asombroso cómo su atención se centra, no en las coloridas peleas con sables rojos y azules, sino en detalles como la justificación de los personajes respecto a sus actos, pasando por cosas más básicas como la vestimenta negra del "malo" o la vestimenta "blanca" del bueno. Hoy comprendí que cada nueva generación es más inteligente que la anterior, viene más preparada y propensa a analizar las cosas y a querer descubrir todo. Tal vez, su mamá tiene razón cuando dice que Joaquín se ha pasado al lado oscuro.